Doctrina
Iglesia Apostólica de la Fe En Cristo Jesús
18 Puntos Doctrinales de la Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús (IAFCJ).
1. Dios.
Creemos que hay un solo Dios que se ha manifestado al mundo
en distintas formas a través de las edades y que especialmente se ha revelado
como Padre en la creación del universo, como Hijo en la redención de la
humanidad y como Espíritu Santo derramándose en los corazones de los creyentes.
Este Dios es el creador de todo lo que existe, sea visible o
invisible, eterno, infinito en poder, Santo en su naturaleza, atributos y
propósitos y poseyendo una Divinidad absoluta e indivisible; es infinito en su
inmensidad, inconcebible en su modo de ser e indescriptible en su esencia;
conocido completamente sólo por sí mismo, porque una mente infinita sólo ella
puede comprenderse a sí misma. No tiene cuerpo ni partes y por lo tanto está
libre de todas las limitaciones.
“El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor
nuestro Dios, el Señor uno es” (Deuteronomio 6:4; Marcos 12:29). “Para
nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios…” (1 Corintios 8:6).
2. Jesucristo.
Creemos que Jesucristo nació milagrosamente del vientre de
la virgen María, por obra del Espíritu Santo, y que al mismo tiempo es el único
y verdadero Dios (Romanos 9:5; 1 Juan 5:20). El mismo Dios del Antiguo
Testamento tomó forma humana (Isaías 60:1-3). “Y aquel Verbo fue hecho carne, y
habitó entre nosotros…” (Juan 1:14). “E indiscutiblemente, grande es el
misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo,
recibido arriba en gloria” (1 Timoteo 3:16).
Creemos que en Jesucristo se mezclaron en una forma perfecta e incompresible los atributos divinos y la naturaleza humana. Por parte de María, en cuyo vientre tomó forma de hombre, era humano; por parte del Espíritu Santo, que fue el que lo engendró en María, era divino; por eso se llama Hijo de Dios e Hijo de hombre.
Por lo tanto, creemos que Jesucristo es Dios y que “en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad” (Colosenses 2:9), y que la Biblia da a conocer todos los atributos: es Padre Eterno, a la vez que es un niño que nos es nacido (Isaías 9:6); es creador de todo (Isaías 45:18; Colosenses 1:16,17); hace maravillas como Dios Todopoderoso (Salmos 86:10; Lucas 5:24-26); tiene potestad sobre el mar (Salmos 107:29, 30; Marcos 4:37-39); es el mismo siempre (Salmos 102:27; Hebreos 13:8).
3. Espíritu Santo.
Creemos en el bautismo del Espíritu Santo, prometido por
Dios en el Antiguo Testamento y derramado después de la glorificación del Señor
Jesucristo, que es quien lo envía (Joel 2:28, 29; Juan 7:37-39; 14:16-26;
Hechos 2:1-4).
Creemos, además, que la demostración de que una persona ha
sido bautizada con el Espíritu Santo, son las nuevas lenguas o idiomas en que
el creyente puede hablar, y que esta señal es también para nuestro tiempo.
Creemos también, que el Espíritu Santo es potencia que
permite testificar de Cristo (Hechos 1:8), y que sirve para la formación de un
carácter cristiano más agradable a Dios (Gálatas 5:22-25). El mismo Espíritu da
dones a los hombres, que sirven para la edificación de la iglesia
(Romanos12:6-8; 1 Corintios 12:1-12; Efesios 4:7-13), pero no aceptamos que
haya en ningún hombre la facultad de impartir a otro algún don, pues “todas
estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en
particular como él quiere“ (1 Corintios 12:11) y “a cada uno… fue dada la
gracia conforme a la medida del don de Cristo” (Efesios 4:7).
4. Resurrección de Jesucristo.
5. La Iglesia.
6. La Iglesia y el Estado.
7. Servicio Militar.
La Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús reconoce el
gobierno humano como de ordenación divina (Romanos 13:1, 2) y al hacerlo así,
exhorta a sus miembros a que afirmen su lealtad a su patria. Siendo discípulos
del Señor Jesucristo, es deber de todo cristiano obedecer sus preceptos y
mandamientos que enseñan como sigue: “No resistáis al que es malo” (Mateo
5:39), “Seguid la paz con todos” (Hebreos 12:14). También lo que se nos dice en
Mateo 26:52, Romanos 12:19, Santiago 5:6 y Apocalipsis 13:10. Por estas
Escrituras, se cree y se interpreta que los seguidores de nuestro Señor
Jesucristo no deben destruir propiedades ajenas o quitar vidas humanas.
Se considera un pecado que, después de haber recibido el
conocimiento de la verdad, haber sido perdonados de todos los pecados y haber
sido hechos nuevas criaturas en Cristo Jesús, participar en acciones y actos
diferentes a aquellos recomendados por la divina Palabra de Dios (Hebreos
6:4-9).
8. Sistema Económico de la Iglesia.
Creemos que el sistema que la Biblia enseña para la
obtención de fondos necesarios para el cumplimiento de la misión de la Iglesia,
es el de diezmos y ofrendas, y que debe ser practicado por ministros y laicos
igualmente (Génesis 28:22; Malaquías 3:10; Mateo 23:23; Lucas 6:38; Hechos
11:27-30; 1 Corintios 9:3-15; 16:1, 2; 2 Corintios 8:1-16; 9:6-12; 11:7-9;
Gálatas 6:6-10; Filipenses 4:10-12, 15-19; 1 Timoteo 5:17, 18; Hebreos 13:16).
Sabiendo que la obra de Dios no tan sólo abarca el aspecto
espiritual sino también el material, creemos que es necesario reglamentar la
manera en que se adquieran y distribuyan los fondos necesarios para responder a
las necesidades materiales de la Obra.
9. Cuerpo Ministerial.
Creemos que para el desempeño del ministerio oficial de la
Iglesia, Dios llama a cada persona, y que el Espíritu Santo confiere a cada
ministro la facultad de servir a la Iglesia en distintas capacidades y con
distintos dones, cuyas manifestaciones son todas para edificación del cuerpo de
Cristo (Romanos 12:6-8; 1 Corintios 12:5-11; Efesios 4:11, 12).
Creemos también que, aunque el llamamiento al ministerio es
de origen divino, la Palabra de Dios contiene suficientes enseñanzas sobre los
requisitos que debe llenar la persona que va a servir en el ministerio y que
corresponde a los gobiernos eclesiásticos organizados examinar a los candidatos
al ministerio y determinar cuándo son dignos de aprobación y la tarea a que se
deban dedicar (Hechos 1:23-26; 6:1-3; 1 Timoteo 3:1-10; 4:14; 5:22; Tito:5-9).
Creemos, además, que el Espíritu Santo usa al ministro en
distintas formas, según las necesidades de la obra de Dios y la capacidad y
disposición personal del ministro. Nadie puede ser colocado en una posición más
elevada que aquella a que se haga merecedor (Romanos 12:3; 1 Timoteo 3:13).
10. Bautismo.
11. Comunión (Santa Cena).
Creemos en la práctica literal de la Cena del Señor, que él mismo instituyó (Mateo 26:26-29; Marcos 14:22-25; Lucas 22:15-20; 1 Corintios 11:22-31). En esta ordenanza se debe usar pan sin levadura, que representa el cuerpo sin pecado de nuestro Señor Jesucristo, y vino, sin fermentar, que representa la sangre de Cristo, que consumó nuestra redención.
El objeto de esta ceremonia es conmemorar la muerte de
nuestro Señor Jesucristo y anunciar que un día regresará al mundo, y al mismo
tiempo para dar testimonio de la comunión que existe entre los creyentes.
Ninguna persona debe participar de este acto si no es miembro fiel de la
Iglesia y está en plena comunión, pues al hacerlo sin cumplir estas
condiciones, no podrá discernir el cuerpo del Señor (1 Corintios 10:15-17;
11:27, 28; 2 Corintios 13:5).
12. Matrimonio.
Creemos que el matrimonio es sagrado, pues fue establecido
desde el principio y es honroso en todos (Génesis 2:21-24; Mateo 19:1-5;
Hebreos 13:4). Los matrimonios deben verificarse de acuerdo con las leyes de
los países respectivos y luego solemnizarse en la iglesia según la práctica
aprobada. Las parejas que no hayan legalizado su unión y desean bautizarse,
deben cumplir primeramente con los requisitos de las leyes civiles.
Creemos que el matrimonio es una unión que debe perdurar
mientras viven los dos cónyuges. Al morir uno de ellos, el otro está libre para
casarse, y no peca, si lo hace en el Señor (Romanos 7:1-3; 1 Corintios 7:39).
13. Sanidad Divina.
Creemos que Dios tiene poder para sanar todas las
enfermedades, si así es su voluntad, y que la sanidad divina es un resultado
del sacrificio de Cristo, pues él llevó nuestras enfermedades y sufrió nuestros
dolores (Isaías 53:4).
La sanidad se efectúa por una combinación de la fe del
creyente y el poder del nombre de Jesucristo que se invoca sobre el enfermo. El
Señor Jesucristo prometió que los que creyeran en su nombre pondrían las manos
sobre los enfermos, y éstos sanarían (Marcos 16:18). Los enfermos deben ser
ungidos con aceite en el nombre de Jesucristo por ministros ordenados para que
el Señor cumpla sus promesas (Salmos 103:1-4; Lucas 9:1-3; Juan 14:13; 1
Corintios 12:9; Santiago 5:14-16).
14. Santidad.
Creemos que todos los miembros del cuerpo de Cristo deben
ser santos, es decir, apartados del pecado y consagrados al servicio de Dios.
Por esta razón deben abstenerse de practicar toda clase de diversiones malsanas
e inmundicias de carne y de espíritu (Levítico 19:2; 2 Corintios 7:1; Efesios
5:26, 27; 1 Tesalonicenses 4:3, 4; 2 Timoteo 2:21; Hebreos 12:14; 1 Pedro
1:16).
15. Pecado de Muerte.
Creemos, a la luz de la Palabra de Dios, que hay pecado de muerte, y que si éste es cometido en los términos que expresa la misma Biblia, se pierde el derecho a la salvación (Mateo 12:31, 32; Romanos 6:23; Hebreos 10:26, 27; 1 Juan 5:16, 17).
Por tanto, recomendamos que todos los fieles se
abstengan de dar oído a doctrinas en que se promete seguridad eterna al
cristiano sin importar su conducta, y la idea de que “una vez salvo, siempre
salvo”, pues la Biblia enseña que es posible ser reprobado, y se necesita ser
fiel hasta el fin (Romanos 2:6-10; 1 Corintios 9:26, 27).
16. Resurrección de justos e injustos.
Creemos que habrá una resurrección literal de los muertos en el Señor, en la cual serán revestidos con un cuerpo glorificado y espiritual,
con el cual vivirán para siempre en la presencia del Señor (Job 19:25-27;
Salmos 17:15; Juan 5:29; Hechos 24:15; 1 Corintios 15:35-54; 1 Tesalonicenses
4:16).
Los cristianos que estén en pie en el momento en que el
Señor recoja a su Iglesia serán igualmente transformados y así irán a estar con
el Señor por siempre en gloria (1 Corintios 15:51, 52; 1 Tesalonicenses 4:18).
Creemos, también, que habrá resurrección de injustos, pero
éstos despertarán del sueño de la tumba para ser juzgados y oír la sentencia
que los harán herederos del fuego eterno (Daniel 12:2; Mateo 25:26; Marcos
9:44; Juan 5:29; Apocalipsis 20:12-15).
17. Recogimiento de la Iglesia y el milenio.
Creemos que la Iglesia, compuesta de los muertos en el Señor y los fieles que estén sobre la tierra en el momento del rapto, será levantada para ir a encontrar a su Señor en los aires y participar en las bodas del Cordero.
Después vendrá con el Señor a la tierra para hacer el juicio de las naciones y
reinar con Cristo mil años. Este período será precedido por la Gran Tribulación
y la batalla de Armagedón, a la cual dará fin el Señor cuando descienda sobre
el monte de los Olivos con todos sus santos (Isaías 65:17-25; Daniel 7:27:
Miqueas 4:1-3; Zacarías 14:1-6; Mateo 5:5; Romanos 11:25-27; 1 Corintios
15:51-54; Filipenses 3:20, 21; 1 Tesalonicenses 4:13-17; Apocalipsis 20:1-5).
18. Juicio Final.
Creemos que hay un juicio preparado en el cual participarán todos los hombres que hayan muerto sin Cristo y los que estén sobre la tierra en el tiempo de su verificación. Este juicio se efectuará al final del Milenio, y también se conoce con el nombre de Juicio del Trono Blanco. La Iglesia no será juzgada en esta ocasión, sino que ella misma intervendrá en el juicio que se haga a todos los hombres de acuerdo con lo que está escrito en los libros que Dios tiene preparados.
Al terminarse este juicio, los cielos y la tierra
que hoy existen serán renovados por fuego, y los fieles habitarán en la Nueva
Jerusalén. La dispensación cristiana habrá terminado y entonces Dios volverá a
hacer todas las cosas en todos (Daniel 7:8-10, 14-18; 1 Corintios 6:2, 3;
Romanos 2:16; 14:10; Apocalipsis 20:11-15; 21:1-6).